Un sietemesino
  • Feb, 18/2018


Continuo con mi relato de las experiencias de inmigrante en mi primer año en Canadá.

Va un sietemesino “cortito” con muchas ganas de saludarlos y un poco de update.

A esta altura ya uds. sabrán suplir con imaginación la falta de detalle en las descripciones. Hace un par de días tuvimos la nevada de rigor como para no tener que hacer una secesión climática del resto de Canadá, aunque ese rigor era comparable al que uso yo para retar a Isabella. No paleamos nieve, no pusimos cadenas, no afilamos las cuchillas de los patines, pero sin embargo sirvió para blanquear el paisaje –y aún se mantiene hasta que el termostato decida abandonar su actitud neutral- y para traer oficialmente el espíritu navideño que motivó a los cristianos a correr a los shoppings para aprovechar ofertas que ya causaron que Papá Noel radicara una denuncia por competencia desleal.

No fue mi caso, que cada vez que agarro un mango corro a la PC a hacer un pedido de supermercado on line con tarjetas de Argentina, que algunas veces funcionan, con la ventaja que lo pago al dólar oficial al cubo menos retenciones más impuestos e intereses a la fecha del gasto y de pago dividido y devaluado por 2.

Como algunos ya saben, mi silencio en estos meses no se debió a que el trabajo no me deja tiempo para escribir. En realidad mi plan era a los dos meses estar trabajando part time para una compañía minera que hiciera negocios con Latinoamérica, negociando en perfecto inglés y español, mientras los CEO, CFO, CCO (creo que es con copia oculta) de ambas multinacionales esperaban ansiosos el resultado de mi gestión; llevar y buscar a las chicas a la escuela, y a Ellie en la estación de tren; ir al College a las mañanas, volver a casa, hacer las camas, levantar la mierda de los perros, limpiar, cocinar, ir al gimnasio, estudiar para los exámenes y ver alguna serie en Netflix. Sin embargo, sorprendentemente, la realidad a veces no se adapta a los buenos planes….a qué no saben qué parte de mi plan no se cumplió?

A principios de octubre me metí a estudiar para ser un paralegal. Me levanto a las cero seiscientas todos los días, dejo a Isa en la guardería 7:15 (de allí la llevan a las 9 a la escuela), A Sofi en la escuela 7:20 y a Ellie en la estación de tren 7:25. Manejo de Coquitlam a Surrey (donde está el campus) y sólo llego a las 8 haciendo alguna argentinada en la autopista (la experiencia contra el rush hour). Así empiezo el día y a la noche termino muerto, a las 10 en coma y cama. Los miércoles juego squash en Maple Ridge, un pueblo vecino.

Pero es todo cuestión de costumbre, y me he especializado. Mi vieja a veces me patrocina alguna comida vía Skype, pero la verdad que me he puesto al día con labores domésticas que antes nunca hacía, a punto tal de haber tapado un par de agujeros en la pared (que antes había hecho tratando de colgar un soporte). En el College todo más que bien, hasta ahora tuve tres materias, y me saqué tres A. Piece of cake. Y los viernes le doy clases de español a Brian, un abogado en Vancouver que prefiere hacer que aprende conmigo para que no pierda las esperanzas en Canadá (supongo que a la hora de hacer sus impuestos lo descargará como horas pro-bono).

Sin embargo, con el trabajo de Ellie nos alcanza apenas para pagar el alquiler, servicios y guardería, y si bien vivimos sin gastar extras, no podemos prescindir de algún ingreso extra proveniente de Argentina, hasta que los dos podamos trabajar full time. Por eso siempre sigo tratando de generar algún ingreso de los juicios pendientes.

El loco Wetzler me dijo en un asado antes de venirme que dos meses no era mucho tiempo para conseguir trabajo, y yo lo descreí más por necesidad que por otra razón (antes de venirme ya hacía un año y cinco visitas a mi familia que venía financiando).

Este paréntesis en el diálogo también se debió a un periodo de transición anímica: Me sentía viejo para aprender cosas que no había aprendido hasta ahora. Mi mayor miedo no era resolver un caso encontrando la mejor solución jurídica, siempre estuve seguro de que lo podía hacer. Mi gran miedo era poder expresarme en inglés con confianza, o poder pasar una maldita materia que incluye habilidades motrices: fucking typing. Y ser un pelado en medio de adolescentes.

Pero las buenas noticias se aprecian cuando uno considera “the big picture”: Hay trabajo, y si hubiera optado sólo por trabajar en un puesto de paga mínima nos sobraría con ambos sueldos, y, ciertamente, cuando me gradúe voy a poder trabajar de paralegal por el doble. Habrá que bancarse un año como sea. Estoy aprendiendo mucho, he vuelto a ser una esponja, excepto para los alcoholes. Las cosas que antes me negaba a aprender. No hay sorpresas de cambio de reglas, gastos extras, etc.

Y la confianza es todo. Y se necesita un tiempo para confiar en uno mismo, y luego confiar en que uno no sólo puede competir con cualquier huevón inmigrante, sino con cualquiera que hable perfecto inglés, y no sólo eso, uno puede superarlos porque viene con un background importante de supervivencia. Sin embargo, este plan, que se va cumpliendo, involucra dos años. Y es “one step at a time” pero, créanme, puedo ver una tendencia, una línea ascendente que no se ha desviado, cada día aprendo algo, y sobretodo, cada día tengo ganas de hacer algo nuevo. Y espero no conformarme, y espero algún día poder hacer negocios con Argentina.

Ellie, está trabajando de secretaria en un estudio jurídico muy importante en Downtown Vancouver (Davies) y la han llenado de elogios. Las chicas tienen muchas amigas y destacan en sus respectivas escuelas.

En fin, creo que ya con esto cumplo con el pedido de “cortito” de Alberto. Los dejo, deseándoles a todos una muy felices fiestas, y contándoles que estoy feliz y bien con mi familia.

 

Notas de color (al menos en Microsoft Word):

1)      Pensaba que iba a encontrar cientos de restaurantes argentinos: ni uno solo.

2)      Pensaba que sabía un montón de derecho en inglés: tenía una idea, pero me ha sorprendido lo bueno de este sistema legal.

3)      Si bien no consideré que las empresas querrían empleados full time, hice un curso de frenos de aire (tengo una licencia de conducir con “Air Brake endorsement”) para enganchar algún trabajo de delivery en camiones de dos ejes con frenos de aire y también hice un curso de seguridad para sacar una licencia de guardia de seguridad. En ambos casos me fue muy bien en el examen. Lo mejor de todo, es que por fin en un carnet tengo una foto que no parece de un asesino terrorista. (la adjunto, estoy medio sonriendo, quizás por la ironía. Corrección la saqué: sigo pareciendo un terrorista)

4)      El otro día fuimos a la corte y nos sentamos todos los alumnos a escuchar un juicio, descubrí que debajo de la apariencia juvenil (y de la gorra) había otro pelado en mi clase. Parecía un pendejo, pero en el fondo es un pelado inseguro. Hay algunos que la gorra les sienta bien.



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