- Apr, 01/2018
Como corolario del gran truco, les cuento algunas perlitas que vale la pena poner de resalto. (Mas allá de la crónica oficial, se coló una foto de algún paparazzi que revela a la pareja campeona cargando los porotos y recibiendo consejos de Gonzalo)
Como corolario
del gran truco, les cuento algunas perlitas que vale la pena poner de resalto.
El Truco:
Primerísimo, quiero felicitar a los flamantes
campeones: la pareja integrada por Eugenio “el Máquina Quilmes” Clinaz y
Silvana “la Entreriana” Goldemberg que vencieron en ambas contiendas. El primer
partido lo ganaron casi en automático, y para dominar de punta a punta no
tuvieron ni que transpirar: el Máquina hizo gala de cuanta distracción tuvo a
mano para enroscar al pobre Pablo y Sebastián, dos chicos bien, en gambetas y
carambolas más propias de años de boliche que de diablo. Hasta chapeaba con bijouterie
y parafernalia de Quilmes made in China para intimidarlos. Silvana, acostumbrada
a los cuentos, acompañaba en los los pasodobles y firuletes.
Por el otro lado, hubo que transpirar mucho,
para eliminar a la pareja de “averzados” cordobeses. No sé si tanta
transpiración adormeció a los rivales, si fue la constante liga o el hecho de
jugar de locales, pero finalmente la pareja integrada por Paula Ferrara y el
suscripto ganó el punto decisivo y pasó a la gran final. Paula y Rodrigo, los
jugadores revelación. Rodrigo a pesar de su perfecta cara de póker nos revelaba
las cartas que tenía a todos porque le daba mucha emoción ligar. Paula, cuando
tenía algo con señas se reía para que las espadas no le atraviesen las mejillas….
Y se rio seguido.
No voy a relatar las casi dos horas previas que
terminaron en un virtual empate con un chico de cada lado y con la paciencia de
los extenuados jugadores. Pero no de todos. Como les anticipara, aquella
vocecita entreriana que inocentemente había preguntado si se jugaba con flor
para que en coro le contestaran con un rotundo no, y que venía navegando ambos
partidos silentemente a la vera del río que vio izar por primera vez el
pabellón nacional, se sacó la flor del ojal, y como en un cortante y seco grito
de zapucay cantó una fulminante falta envido. Quién no iba a querer si parecía
otro cuento de niños… Y así fue como descendimos a los infiernos: ningún dios
supera los 33!
El Lugar:
Quiero agradecer públicamente a Lucho, un
caballero, como todo peruano, que nos abrió las puertas, nos dio de comer, y
nos aguantó siempre muy dispuesto. Puso su boliche a nuestra disposición, nos
sentimos en todo momento dueños de casa, eligiendo la música y lo que queríamos
en la pantalla gigante. En nombre de todos, gracias maestro Lucho!
Miguel “el joven” Young
Gracias a él todo fue posible, silencioso como
un monje shaolín organizó todo desde las sombras. A qué no sabén de quién es
amigo Lucho? Eso, sí, hago un llamado solidario para que entre todos le
enseñemos a jugar al truco, porque tras varios intentos frustrados me dí cuenta
que era más fácil sacarle el picante al chimichurri que nos había llevado a que
yo pudiera enseñar algo.
Gonzalo.
Más agradecimientos. Se lució con sus
habilidades culinarias y también las técnicas (me cambió la pantalla rota de mi
celular por una que compró en Amazon en 10 minutos haciéndome ahorrar un montón
de $$$. Ahora bien, se perdió en un berenjenal tratando de demostrar sus sus
destrezas lúdicas…..
Lo que faltó:
Llevé la guitarra. Pero faltaron los músicos.
Un toque de folklore queda pendiente.
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