- Oct, 26/2022
Se acerca otro 10 de noviembre, un nuevo día de la tradición en homenaje a otro escorpiano, José Hernández, quien diera vida a nuestro emblemático gaucho Martín Fierro, un argentino con todas las de la ley.
Debido a
particulares circunstancias, no he podido organizar un evento/ guitarreada como
venía soñando y anticipando, y por eso les pido disculpas y les escribo hoy,
por si alguien quiere tomar las riendas.
Como no podía ser
de otra forma, quien mejor describe nuestra tradición es un personaje con
cierto problema de identidad. Nuestro gaucho es un criollo con herencia
española que cabalga y lleva una guitarra, pero que toma mate, sujeta
boleadoras y posee más amor por la tierra y la libertad que por una querencia
sujeta a normas de tiranos, y por tanto, deviene nómade y fugitivo. Pero sobre
todo argentino antes de que existiera Argentina, lleno de sabiduría popular,
con opiniones fuertes, apasionado por dar consejos, y sin atender a
correcciones políticas.
Los argentinos
somo complejos, como nuestro gaucho. A pesar de los beneficios que otorga ser
un ciudadano simple siguiendo al rebaño, como argentinos siempre hemos
preferido los complicados encuentros con la realidad a transar principios y
quizás nos adaptemos a bajar la voz sin que ello implique dejar de vivir como pensamos,
y de pensar a cada rato cómo vivimos. Habrá algunos que se mofarán que ignorante
y argentino combinan las mismas letras, y habrá quienes también dirán “yo,
argentino” para mirar hacia otro lado cual Poncio Pilatos, aunque estoy
convencido de que lo dicen con falsa humildad, o ante la imposibilidad de
cambiar determinada situación. Pero son expresiones que se usan en lugar de
tragar saliva, de agrandados que somos, y no sin sentir angustia.
Es que el
argentino es esencialmente sufrido y -como Fierro- agrandado en toreo ajeno. Al
igual que la mayoría de nosotros Martín Fierro deambulaba buscando mejores
horizontes pues para quedarse aquerenciado debía pagar un alto precio a
autoridades que no lo representaban, que aplicaban la ley selectivamente. Un
personaje que aprendió mucho de la vida de la manera más dura.
Estimados, somos
un grupo que nos une algo más que los colores de nuestra bandera, el fútbol o
las comidas típicas: siempre hemos sido gauchos los unos con los otros. Aquí en
Vancouver no se necesita promocionar que somos un país de buena gente como en
el país que dejamos, en el cual, lamentablemente, si bien la mayoría es buena
gente, la situación general e intereses particulares han instalado una grieta
que hace que se lleve al extremo de la paciencia, donde sólo se trata de
sobrevivir, incluso a veces sacando lo peor de cada uno.
Los que estamos
aquí queremos a nuestra patria y a nuestras familias y amigos que quedaron,
pero ninguno tuvo miedo de hacer un cambio y un sacrifico por un mejor
porvenir. Somos aventureros, trabajadores y apreciamos las virtudes de un país
en que “orden y progreso” no es un slogan de la bandera, pero no dejamos de ser
argentinos.
Nuestra camiseta y
nuestra bandera es la Argentina. Por ahí se nos filtra alguna palabrita en
inglés en nuestro vocabulario, decimos atender en lugar de asistir, pero bueno,
el spanglish será nuestro defecto común, nuestro mal necesario… pero lo que
sería realmente devastador no es perder algunas palabras sino la cultura y me
temo que eso les puede pasar a nuestros hijos si estamos enojados o frustrados
con nuestro país y pretendemos negar nuestras tradiciones.
Alguien preguntó
en el grupo ¿qué es lo que me define cómo argentina…. ¿Si no me gusta el mate,
si no me gusta el fútbol? Una pregunta muy legítima y desde ya que esa chica no
es indiferente y está buscando su argentinidad. Yo estoy orgulloso de ser
argentino y creo que es porque he conocido argentinos excepcionales, porque he
compartido una sobremesa en familia y porque tengo unos amigos de Fierro.
Cuando era chico,
la única vez que respondí con certeza a la pregunta ¿qué te gustaría ser cuando
seas mayor? fue a la salida de un teatro al que mis padres me llevaron a ver
“Los Fronterizos”, y le contesté inmediatamente a ese señor, “cuando sea grande
quiero ser Fronterizo”. Y más allá que soy fronterizo en muchos aspectos, hice
honor al refrán popular “serás lo que debas ser, o serás abogado”.
Y por graciosa (o
triste) que parezca la anécdota, si seguir tu vocación es lo que te hace feliz,
pues la mía no era errada: Puedo pasar años sin visitar Argentina, puedo
albergar cuantas razones existan para ser el más canodino del mundo, pero basta
escuchar una canción de folklore de mi época (Los Fronterizos, Los Chalchas,
Los Cantores del Alba, Los del Suquía, Cafrune, etc) para transportarme
inmediatamente a la soledad de los senderos de un cerro, montando un caballo al
caer de la tarde, inmerso en mis pensamientos, sintiéndome pleno y feliz.
Feliz día de la
tradición anticipado!!
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