- May, 20/2019
Después del éxito arrasador que tuvo el debate respecto de qué nos identifica como argentinos (la marca superó sin comentarios aunque no alcanzó cinco mentarios) hoy nuevamente pretendo elevar unos grados más la temperatura de este nutrido foro.
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pueden perderse y yo no confundo la gran capacidad de monitorear Twitter o Instagram
en tiempo real con incapacidad de concentrase...
Después del
éxito arrasador que tuvo el debate respecto de qué nos identifica como
argentinos (la marca superó sin comentarios aunque no alcanzó cinco mentarios)
hoy nuevamente pretendo elevar unos grados más la temperatura de este nutrido foro.
Desde ya
aviso que no es un tema fácil, como sí lo es, por caso, identificar a Arriba el
Mate como la Asociación de argentinos legalmente constituida en Vancouver más querida
(por favor aguafiestas absténganse de consultar el amadómetro), sino un tema
que requiere compromiso con la verdad y con uno mismo:
Y como ya
me calcé mis zapatos de goma pero mis articulaciones no resisten salir a
correr, prefiero ponerme a filosofar para ver si mis compatriotas comparten o resisten
mis articulaciones. ¿Somos carnívoros? ¿Está bien o está mal ser carnívoro? ¿si
me gusta el asado, me tengo que sentir culpable y buscar excusas para
justificarme o agredir a los que decidieron abstenerse de comer carne?
No
necesitamos ser políticamente correctos en este espacio y resulta saludable
además extirpar, -aunque sea un ratito- la política de nuestra conversación,
pero sin llegar a compartir las mismas ideas con otro argentino, podemos ser
correctos, entender su posición y compartir un gran asado, ya sea de con carne,
con choclos y morrones o con sucedáneos.
Particularmente
he escuchado muchos argumentos y si bien admito que respeto a quienes
decidieron no comer más carne, todavía no veo claramente que sea una decisión
producto de un razonamiento lógico (me refiero la consecuencia de sumar 2 + 2)
sino más bien de una responsabilidad social/moral autoimpuesta.
Desde ya
descarto posiciones argumentistas como aquellas que dicen que naturalmente no
somos carnívoros pues no tenemos garras de cazadores, ni colmillos
desarrollados. Pues bien, desde que el humano es tal, fue primero cazador persiguiendo
conejos y abrigándose con pieles. Con la misma inteligencia -propia de su naturaleza-
que utilizó para cazar munido de instrumentos luego se sedentarizó, plantó semillas,
se vistió con prendas de lino y construyó corrales para criar animales
domésticos. Y los colmillos los reemplazó luego por el cuchillo y tenedor. Los
chimpancés siempre nos fueron a la zaga, pero yo no me animaría a dejar un
cochinillo cerca de un grupo de estos primates.
El primer
interrogante por tanto resulta fácil responderlo: Si como carne, ya sea porque
la cacé con mis garras o porque elegí comerla cuando me la convidaron o
sirvieron en un plato, somos carnívoros. Si nos hace bien, o mal es otro
cantar, y mi tío es chocolatero por más que sea diabético o le caiga mal el
chocolate.
Tampoco resulta
válido el argumento de que estamos autorizados a comer carne por el valor
proteico, puesto que ya superamos la etapa en la cual el fin justifica los
medios y esto nos autorizaría a comernos entre nosotros.
Obviamente elegimos
ser carnívoros o no, y también nos sujetamos a ciertos estándares morales, mínimos
colectivos hechos leyes o superiores autoimpuestos, y cualquiera de nosotros sería
capaz en un acto heroico de salir a defender un conejo siendo naturalmente
cazado por una bestia como a nuestra mascota doméstica si es naturalmente
atacada por un oso.
Pues bien,
parte de nuestra evolución es convivir con animales domésticos que no
existirían de otra forma, y que superan en cantidad (10 a 1??) a los animales en
estado salvaje, ya sea con el fin de adoptarlos como mascotas o de saborearlos
al final de su vida (por nosotros o procesado por nuestra mascota).
Más allá de
la inteligencia o la capacidad para sobrevivir todas las vidas valen, y todo lo
que nace muere, ya sea en forma natural (de viejo, por enfermedad o cazado) o
traumática (accidente -incluye cazado con z para los humanos-, matadero), y
verdaderamente no creo que sufra menos un conejo en los dientes de un lobo que
una oveja sacrificada a cuchillo.
Lo doloroso,
al menos para mí, no es cómo mueran las bestias (humanas o del otro reino) sino
cómo viven y el interrogante que aún no alcanzo a discernir es si bajo mis
propios estándares no comería una vaca (descarto mandatos religiosos o
legales).
Creo que a
esta altura de mi vida he cambiado un poco, y me resulta repulsivo criar
animales en feed lot o bajo condiciones industriales como también me resulta
repulsivo usar a gente como esclavos pues la vida no es solo el funcionamiento
de los órganos sino cómo se vive. Hoy voy al supermercado y por más me cueste
un poco más elijo comprar huevos free run y trato de elegir productos de granja.
Personalmente,
no estoy enteramente convencido de que esté mal comer carne de animales criados
al efecto y que gozan de buenos pastizales para vivir, y creo que a no ser que
se declarara ilegal lo seguiré haciendo. Como siempre el problema no es si esté
bien o no comer carne, sino decidir cuándo es el fin de la vida de otro ser
vivo, es decir, erigirnos en dioses. Pero yo ya estoy viejo para cambiar tanto.
Nos vemos
en el asado!!!!
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