Después del éxito arrasador que tuvo el debate respecto de qué nos identifica como argentinos (la marca superó sin comentarios aunque no alcanzó cinco mentarios) hoy nuevamente pretendo elevar unos grados más la temperatura de este nutrido foro.

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Después del éxito arrasador que tuvo el debate respecto de qué nos identifica como argentinos (la marca superó sin comentarios aunque no alcanzó cinco mentarios) hoy nuevamente pretendo elevar unos grados más la temperatura de este nutrido foro.

Desde ya aviso que no es un tema fácil, como sí lo es, por caso, identificar a Arriba el Mate como la Asociación de argentinos legalmente constituida en Vancouver más querida (por favor aguafiestas absténganse de consultar el amadómetro), sino un tema que requiere compromiso con la verdad y con uno mismo:

Y como ya me calcé mis zapatos de goma pero mis articulaciones no resisten salir a correr, prefiero ponerme a filosofar para ver si mis compatriotas comparten o resisten mis articulaciones. ¿Somos carnívoros? ¿Está bien o está mal ser carnívoro? ¿si me gusta el asado, me tengo que sentir culpable y buscar excusas para justificarme o agredir a los que decidieron abstenerse de comer carne?

No necesitamos ser políticamente correctos en este espacio y resulta saludable además extirpar, -aunque sea un ratito- la política de nuestra conversación, pero sin llegar a compartir las mismas ideas con otro argentino, podemos ser correctos, entender su posición y compartir un gran asado, ya sea de con carne, con choclos y morrones o con sucedáneos.

Particularmente he escuchado muchos argumentos y si bien admito que respeto a quienes decidieron no comer más carne, todavía no veo claramente que sea una decisión producto de un razonamiento lógico (me refiero la consecuencia de sumar 2 + 2) sino más bien de una responsabilidad social/moral autoimpuesta.

Desde ya descarto posiciones argumentistas como aquellas que dicen que naturalmente no somos carnívoros pues no tenemos garras de cazadores, ni colmillos desarrollados. Pues bien, desde que el humano es tal, fue primero cazador persiguiendo conejos y abrigándose con pieles. Con la misma inteligencia -propia de su naturaleza- que utilizó para cazar munido de instrumentos luego se sedentarizó, plantó semillas, se vistió con prendas de lino y construyó corrales para criar animales domésticos. Y los colmillos los reemplazó luego por el cuchillo y tenedor. Los chimpancés siempre nos fueron a la zaga, pero yo no me animaría a dejar un cochinillo cerca de un grupo de estos primates.

El primer interrogante por tanto resulta fácil responderlo: Si como carne, ya sea porque la cacé con mis garras o porque elegí comerla cuando me la convidaron o sirvieron en un plato, somos carnívoros. Si nos hace bien, o mal es otro cantar, y mi tío es chocolatero por más que sea diabético o le caiga mal el chocolate.

Tampoco resulta válido el argumento de que estamos autorizados a comer carne por el valor proteico, puesto que ya superamos la etapa en la cual el fin justifica los medios y esto nos autorizaría a comernos entre nosotros.

Obviamente elegimos ser carnívoros o no, y también nos sujetamos a ciertos estándares morales, mínimos colectivos hechos leyes o superiores autoimpuestos, y cualquiera de nosotros sería capaz en un acto heroico de salir a defender un conejo siendo naturalmente cazado por una bestia como a nuestra mascota doméstica si es naturalmente atacada por un oso.

Pues bien, parte de nuestra evolución es convivir con animales domésticos que no existirían de otra forma, y que superan en cantidad (10 a 1??) a los animales en estado salvaje, ya sea con el fin de adoptarlos como mascotas o de saborearlos al final de su vida (por nosotros o procesado por nuestra mascota).

Más allá de la inteligencia o la capacidad para sobrevivir todas las vidas valen, y todo lo que nace muere, ya sea en forma natural (de viejo, por enfermedad o cazado) o traumática (accidente -incluye cazado con z para los humanos-, matadero), y verdaderamente no creo que sufra menos un conejo en los dientes de un lobo que una oveja sacrificada a cuchillo.

Lo doloroso, al menos para mí, no es cómo mueran las bestias (humanas o del otro reino) sino cómo viven y el interrogante que aún no alcanzo a discernir es si bajo mis propios estándares no comería una vaca (descarto mandatos religiosos o legales).

Creo que a esta altura de mi vida he cambiado un poco, y me resulta repulsivo criar animales en feed lot o bajo condiciones industriales como también me resulta repulsivo usar a gente como esclavos pues la vida no es solo el funcionamiento de los órganos sino cómo se vive. Hoy voy al supermercado y por más me cueste un poco más elijo comprar huevos free run y trato de elegir productos de granja.

Personalmente, no estoy enteramente convencido de que esté mal comer carne de animales criados al efecto y que gozan de buenos pastizales para vivir, y creo que a no ser que se declarara ilegal lo seguiré haciendo. Como siempre el problema no es si esté bien o no comer carne, sino decidir cuándo es el fin de la vida de otro ser vivo, es decir, erigirnos en dioses. Pero yo ya estoy viejo para cambiar tanto.

Nos vemos en el asado!!!!



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